Bar Miguel
Jaca
Fundación
Dirección
Calle Zocotín, 11
22700 Jaca
Horario
Domingo tarde cerrado
Redes sociales
Existe un lugar, que si bien está dando sus últimos coletazos, entre hordas de esquiadores y turistas, reivindica el bar auténtico y presume de ello. Ahí, a escasos metros el uno del otro, conviven dos templos en Jaca. El del románico con su crismón, su ajedrezado jaqués y su olor a incienso y el otro, donde más se disfruta, con su “Bar Miguel” en letras rojas, sus fotos descoloridas y el aroma infinito del vino.
Miguelito, con su trapo colgado de la cintura, presume de barra. Y no es para menos, hecha de una sola pieza y de forma curvada, construida por el mismo artesano que la del desaparecido bar Equiza, es un mueble que deberá estar en un museo. Allí tiene las croquetas, empanadillas, boquerones rebozados y demás raciones, que su madre Eusebia –que lleva trabajando en el bar que fundó junto con su marido Miguel hace 65 años– va sacando desde la cocina. Y desde allí despacha el vino y el vermú guasillo –que no sabemos lo que tiene, pero siempre te pone piripi más rápido que el de otros lugares– en vasos desgastados y vueltos a desgastar.
Miguel, Miguelito una vez que ya has estado más de una vez en el bar, es un personaje de cuidado; su conversación es infinita, conoce al dedillo todas las singularidades de Jaca y de sus habitantes y, como buen viajero que es, de parte del extranjero. Rockero de juventud, regentó el local de música rock más demencial de los Pirineos y porqué no, del norte de España.
El Miguel es apropiado para la partida de guiñote, para la conversación profunda en la barra, que siempre cambia de trayectoria con unos muchos vinos de más, rodeado de la clientela más ecléctica imaginable
–celebridades incluidas– o para una comida memorable en su comedor a base de sopa, fritos y carne de la zona; esto último previa reserva contará siempre con alguna elaboración extra. No quedan sitios como el de Miguelito, ni se le parecen, y no durará para siempre. Maldita sea.