Bar El Fútbol

En el barrio de Torrero todavía podemos ver un gran número de comercios y establecimientos de los de toda la vida, en su mayoría mucho mejor conservados que los que podemos encontrar en otros barrios de la ciudad, sin duda por ese fuerte carácter obrero de sus calles, que ha sido esencial para su preservación.

En una situación privilegiada, justo en las puertas del barrio y
nada más cruzar el puente del Canal Imperial de Aragón, se encuentra el bar El Fútbol. Es necesario recordar que hace muchos años, muy próximos se encontraban el Cine Venecia y el campo de fútbol de Torrero, la antigua casa del Real Zaragoza, que probablemente dio nombre al bar, aportándole una buena clientela.

El Fútbol lleva ya 64 años abierto al público en la misma ubicación, y aunque ha sufrido importantes reformas, como la de parte de su interior, y la pintura de la fachada con ornamentaciones florales, que pueden no dar la impresión de que nos encontremos en un bar genuino si se desconoce la historia del lugar. Hay un elemento importantísimo que sí se mantiene intacto, y que todo el mundo cuando pasa por esa esquina no puede dejar de admirar: su precioso rótulo en esa tipografía sesentera sans-serif, tan pop, que es imposible no observarlo con nostalgia.

Aquí podemos encontrar una tremenda selección de vinos de la tierra, puesto que es uno de los bares con mayor número de referencias de la ciudad, donde además se organizan catas y eventos todos los meses. Pero si hay algo que llama la atención al entrar, son sus barras repletas de croquetas. Croquetas de todo tipo, con multitud de rellenos: sobrasada, longaniza a la canela, calamares en su tinta, gambas al ajillo… y por supuesto más clásicas: de pollo, setas o foie. Lo que viene siendo el paraíso para el cliente croquetero. Sus tortillas tampoco están mal, puesto que además de la clásica de patata, siempre ofrecen alguna más atípica, que sólo podrás encontrar aquí.

El espacio es pequeño y acogedor y los sábados una multitud de venecianos eligen El Fútbol como el lugar idóneo para el vermú, y aunque esté lleno, merece la pena hacerse un hueco en la barra para empaparse del auténtico espíritu de la República Independiente de Torrero.