Bodegas Almau
El Tubo
Fundación
Dirección
Calle Estébanes, 10
50003 Zaragoza
Horario
Redes sociales
La churrería estaba puerta con puerta y junto a ella, en un patio interior, había una relojería. Encima, una academia de dibujo, y en las viejas bodegas, una clientela fija, compuesta sobre todo por trabajadores de los locales cercanos; como el peluquero del Salón Olimpia, quien almorzaba bocadillo y vaso de vino, o variados personajillos y vecinos del Tubo. Este era el ambiente que se respiraba en las Almau en las décadas de los sesenta y setenta; años que no fueron los orígenes de la bodega, pues su fundación data de finales del siglo XIX, pero sí una de las épocas más genuinas que ha vivido.
La familia Almau lleva años y años despachando vino, pero no han permanecido únicamente tras el mostrador. A ellos y a otros pocos —muy pocos— comerciantes de la zona, les debemos que El Tubo haya sobrevivido durante los años marcados por la degradación y el total abandono de esas calles, y resurgiera de entre las cenizas de cigarrillos ducados, copas de soberano y ambientes de malvivir.
Y aquí siguen. La cuarta generación de la familia dinamiza un espacio en el que, además de gestionar la bodega, fomentan el movimiento cultural y la identidad de barrio impulsando, por ejemplo, las Fiestas del Tubo. En el animado local se dan cita figuras de la cultura zaragozana, vecinos, turistas y algún que otro borrachín. A nivel de calle se encuentra la bodega donde, especialmente los fines de semana, es difícil hacerse con un hueco en la barra; para lo que cuenta con una gran baza como remedio, una magnífica terraza enfrente del bar, en el solar de lo que una vez fue el taller de un zapatero. El sótano, por su parte, suele estar destinado a celebraciones y actividades culturales varias.
Uno de los aspectos a destacar de Bodegas Almau es, precisamente, que sigue haciendo las funciones de una bodega, despachando vino tanto a granel como embotellado, en el mismo espacio del bar. Y es que casi mil referencias de vino pueblan las bonitas estanterías de madera del local. Aquí, la especialidad está claro que es el vino, y para comer, las anchoas. Por supuesto tenemos la versión más clásica, aliñada con vinagre, ajo y unas aceitunas, que siendo correcta no despunta demasiado frente a otras de la ciudad. Si por algo destaca la anchoa en Bodegas Almau es por sus diferentes elaboraciones; el “Dulce de anchoa”, con queso y chocolate; la “Explosión de vinagre”, con sirope de vinagre; la “Anchoa garum”, con miel y moscatel o la “Reina”, que combina aguacate, menta y almendra. El Guardabares, que es de gustos más antiguos, suele dejarse seducir por la más simple y efectiva anchoa con cazalla. El resto de la barra la ocupan montaditos de embutidos y quesos, jamón batido, rebozados varios y una de las mejores tortillas de patata que podemos encontrar en un bar.
Una bodega de las de siempre, parada frecuente tanto de turistas como de zaragozanos que saben que éste es uno de los pocos lugares auténticos que quedan en El Tubo, con un servicio efectivo y donde no ocurre nada que escape a la atenta mirada de la familia Almau.