Bar Tinajo

Hace más de 80 años la Tía Petra regentaba un colmado en el barrio rural de Juslibol. El negocio era muy frecuentado por los militares del cercano campo de maniobras de San Gregorio, quienes acudían para saciar su sed y alimentarse con un puñado de cacahuetes. Debía ser una zona animada en aquella época, porque un poco más arriba había un bar que, aunque desaparecido, continúa presente de algún modo, pues da nombre a la calle el Bar.

Unos años después, Jesús González Tinajo adquirió el viejo colmado de la Tía Petra y fundó el Bar Tinajo, que continúa en manos de su familia hoy en día. El bar gozó de gran popularidad ya que su dueño, Jesús, apodado El Tinajo, repartía además el pan a diario entre los vecinos del barrio, montado en un curioso carricoche tirado por una Vespa.

Entrar al Tinajo es recibir una bofetada de autenticidad. El barrio de Juslibol juega un papel importante en esto, ya que a muy pocos kilómetros del centro de Zaragoza podemos pasear por calles que nos hacen sentirnos en un pueblo del Aragón profundo, rodeado de huertas, empinadas laderas de yeso y casas cueva. Víctor, hijo del fundador, siempre con un trapo que cuelga de su cintura, recibe a todos sus clientes como si les conociera de toda la vida y enseguida les da animada conversación. Los almuerzos son épicos, especialmente entre semana, cuando se juntan todos los vecinos y currelas a darle al vino y a los huevos fritos, lo que siempre genera situaciones curiosas y divertidas.

La oferta es variada: bocadillos de todas las clases, carnes, anchoas, gambas cocidas, queso, jamón, embutidos, caracoles... y uno de los menús del día más caseros y económicos que podemos encontrar, que siempre incluye ensalada al centro y café.

La decoración es la propia de un bar que ha cambiado muy poco a lo largo de su historia, mesas de madera, carteles del barrio, la Virgen del Pilar, jamones colgados, cortinas de las Casas Colgadas de Cuenca... El local cuenta con dos comedores, pero es la zona de la entrada, donde está la barra, la más recomendada por el Guarda, ya sea para tomar el vermú o para comer, ya que es aquí donde se forma el ambiente más genuino. Los fines de semana, especialmente con el buen tiempo, el cuadro cambia bastante ya que se llena de domingueros que vienen del galacho, lo que hace conveniente reservar para comer.

El Tinajo es el bar perfecto si uno quiere variar de las zonas habituales, creer por un momento que está lejos de la ciudad y sentirse como en casa.