Bar Fausto
Barrio Jesús
Fundación
Dirección
Calle Jesús, 26
50014 Zaragoza
Horario
J a V: de 10 a 22 h
S y D: de 10 a 16 h
Redes sociales
Vamos al grano: las anchoas. En el Fausto podemos llevarnos a la boca una de las mejores anchoas de Zaragoza, y no es un decir, en absoluto. El cuidado que aquí recibe tan humilde pececillo es sublime.
En el barrio Jesús, a escasos minutos del Puente de Piedra, está el Fausto. En este local hace más de 70 años se encontraba una bodega de venta a granel, en la que también podía uno tomarse un vino en la barra, de la que se conservan los estantes de escayola que una vez ocuparon botellas y cajetillas de tabaco. Hace 21 años Manolo tomó las riendas de la vieja bodega, y allí sigue hasta hoy, donde despacha litros de buen vermú de Reus con sifón y puede presumir de tener una oferta de tapas de increíble calidad.
En el Fausto, el sabor a bodega todavía resiste. Vigas y paredes de madera, aperos de labranza, y la venta de vino a granel en cubas son un reclamo para disfrutar de un vermú al estilo auténtico.
La especialidad, como ya se ha destacado, es la anchoa del cantábrico. Encarna, la mujer de Manolo, las limpia y prepara con la destreza que le han dado tantos años de experiencia como años lleva el bar en sus manos. El trajín que lleva con las anchoas en la cocina no pasa desapercibido. Las prepara a la manera clásica, con aceite, vinagre y ajo. También, y de una manera menos convencional, con vermú y picante. Pero la calidad de esta anchoa es tan excelsa, que el mejor modo de engullirla es lavada, de esta forma apreciaremos toda su textura y sabor. Si además se le pide a Manolo que la refresque con un hielo, tras dejarla reposar unos minutos, la experiencia anchoil resulta catártica.
La cosa no se queda ahí, las demás especialidades son igualmente atractivas, el pincho de calamar rebozado siempre está frito al momento y es delicioso. Las croquetas son otra genialidad que sale de esa cocina; al igual que Fausto vendió su alma al diablo a cambio de gran conocimiento, un ser de otro mundo ha tenido que chivarles al oído la receta, ¡e idea!, de la croqueta de vinagrillos. ¡Ay!, qué croqueta...
El patio interior, colonizado por tiestos de suculentas, le hace fuerte competencia a la barra, y es que quién puede resistirse a un vermú de domingo en un patio casero.
Hay zaragozanos de la margen derecha que encuentran en el Ebro una barrera casi mágica, algo que no se puede atravesar, y limitan sus rutas domingueras al cardo y decumano de la antigua Caesaraugusta. Pobres insensatos, si supieran con lo que uno se topa, ya en la otra orilla del río, y que por mucho que sople el cierzo sobre el puente, siempre merece la pena cruzar.